Nuestra primera cita fue un helado, él pidió de moras. Pague el mio antes de que lo intentara él, estaba muy nerviosa. Caminamos por el parque por un buen rato hasta que decidimos sentarnos en una banca. Platicamos de nuestras vidas, aventuras y anécdotas graciosas.
La noches nos llegó ahí, sentados en la banca. Pero no fue suficiente para terminar la cita, en su lugar, decidimos ir por cupcakes. Yo pedí de Red Velvet, él de vainilla. Esta vez dejé que pagara. Aunque sólo parecía una excusa para seguir juntos, disfrutamos los cupcakes hasta el final.
La segunda cita fue una fiesta. Llevaba mucho tiempo que no salía de fiesta, era nuevo para mi otra vez y en lo único que podía pensar era en lo incomodo de mi peluca.
Aburridos de la fiesta, salimos a caminar al Zocalo. Eran apenas las doce y ya estaba todo vacío. Ninguno de los dos quería irse a su casa.
La tercera cita fue improvisada. En ese momento no hubo glamour ni peluca. Era yo sin trata de impresionar. A él no le importó nada.
Vimos la ciudad vibrar desde lo más alto de Satélite. Tomando, escuchando música y rompiendo barreras culturales siguió la noche hasta que asustamos a los vecinos. Los lleve al segundo lugar.
Era un parque, en un fraccionamiento solitario donde aun se podían apreciar las luciérnagas alumbrar la noche. Ese día su mirada era diferente. Yo le sonreía, aun tímida por mis carencias físicas. Después de un rato, me abrazó. Algo estaba sucediendo.
Al día siguiente sus labios ya buscaban los míos, pero no fue hasta unos dias después que se encontraron frente a la dulcería del cine después de haber visto "Medianoche en París".
Casi 6 meses después sigue la historia y creo que esta si va para largo.
Segunda Cita